viernes, 26 de junio de 2009

El rey ha muerto ?




A lo lejos vemos andando una espigada figura que se nos hace conocida, el camino es estrecho y está flanqueado por gruesos árboles y espinosos arbustos, la figura continúa su andar de manera rítmica, ya más cerca reconocemos sus zapatillas negras, calcetines blancos y sus estrechos y zancones pantalones negros, usa una camiseta sin mangas y encima un saquito rojo brillante, y arremangado hasta los codos, observamos que tiene el cabello largo y rizado, usa lentes oscuros a pesar de que el camino es sombrío, y también reconocemos el sombrero negro que parcialmente tapa su rostro al estar inclinado hacia adelante. Su piel es de un caprichoso tono chocolate con leche. Continúa su alegórico paso y notamos que un ruido de fondo acompaña sus movimientos, es como el de las olas al golpear contra las rocas en la costa, pero inmediatamente lo identificamos como un barullo, ruido de gente, una multitud que grita, ovaciona, gime y desmaya ante el cansado paso de nuestra figura, quien, por cierto, de vez en vez hace alguna pirueta, da vueltas sobre su propio eje, o se detiene y extiende una mano al cielo, lo que nos permite ver que usa un único guante plateado, el ruido de fondo incrementa con cada maniobra que ejecuta. De pronto se detiene en seco, pone los pies muy juntos, mete las manos en los bolsillos de su pantalón y se inclina hacia adelante, sin mover los pies de su posición, hasta alcanzar un ángulo inverosímil respecto al suelo pedregoso, el barullo incrementa sus decibeles; decide seguir con el camino, continúa haciendo movimientos rítmicos, y de nuevo nos sorprende al detenerse, y dar media vuelta, como si quisiera regresar sobre el camino andado, pero no, lo que hace es aparentar dar pasos hacia adelante, pero avanzar hacia atrás, como caminando en la luna, deslizando los pies de manera tal que continúa por el camino hacia su meta, nuevamente da media vuelta y procede caminando normalmente, y se detiene y hace un movimiento corporal doblando sus rodillas y quedando únicamente sobre las puntas de sus brillosos zapatos. Sigue. El final se acerca, su paso es discontinuo, cansado. Y ahí está, finalmente puede ver el claro al final del sendero, aguanta la respiración, acelera el paso y abandona el camino oscuro para introducirse en la contrastante luz del claro de la Tierra de Nunca Jamás. El bullicio ahora parece más bien un lamento. Silencio. La música ha cesado.

El rey ha muerto …

Thak you, Michael, for be part of mi life, for be part of my youth, for the times I’ll remember, for be black or white, never grey tones, thanks for trying to heal the world, because we all are the world, and for the way you make me feel. Thank you for be yourself. You are not dead you live in our hearts for ever.